MAESTRÍA EN DISEÑO INTERIOR CLÁSICO
El Grupo Antonovich ha vuelto a demostrar su maestría en el diseño de interiores con su última creación: el interior de la recepción de un hotel clásico de lujo, con un majestuoso ascensor. Ubicada en el corazón de una maravilla arquitectónica, esta recepción es un auténtico testimonio de la fusión del lujo y la sensibilidad del diseño clásico. Al entrar en la recepción, una sensación inmediata de asombro y sofisticación envuelve los sentidos. Los intrincados detalles y la ornamentada artesanía que definen el estilo característico del Grupo Antonovich se muestran aquí en todo su esplendor. Las relucientes lámparas de araña cuelgan del techo como joyas en cascada, proyectando un cálido y acogedor resplandor sobre un espacio meticulosamente cuidado. Cada rincón parece susurrar historias de gracia e indulgencia atemporales.
La paleta de colores, una armoniosa mezcla de ricos dorados, suaves cremas y caoba profunda, crea una atmósfera que destila grandiosidad y confort. Las paredes adornadas con intrincadas molduras y frescos pintados a mano transportan a los visitantes a una época de esplendor real. Se logra un equilibrio de buen gusto entre opulencia e intimidad, donde los huéspedes son recibidos con los brazos abiertos en un mundo de lujo que trasciende lo ordinario. La pieza clave del diseño interior de la recepción es el ascensor. Este ascensor, una obra de arte en sí mismo, es un ejemplo magistral de la dedicación del Grupo Antonovich a la creación de experiencias envolventes. Su exterior es una sinfonía de materiales lujosos, con paneles de mármol pulido y detalles de latón reluciente. Las puertas del ascensor, que recuerdan a una época pasada, se abren para revelar un lujoso interior que no tiene nada de indulgente.
Nada más entrar en el ascensor, los huéspedes se ven envueltos en una atmósfera de refinado confort. Las paredes revestidas de terciopelo y el suelo con intrincados dibujos realzan la sensación de lujo, mientras que la suave iluminación contribuye a crear el ambiente. El trayecto se convierte en una experiencia en sí mismo, un viaje a través del tiempo y la sofisticación, ya que los huéspedes son transportados a su destino deseado con un aire de elegancia que es la quintaesencia del Grupo Antonovich. De vuelta a la zona de recepción, la atención al detalle es evidente en cada faceta. Muebles diseñados a medida y tapizados con suntuosas telas invitan a los huéspedes a relajarse y deleitarse en el regazo del lujo. El mostrador de recepción, una auténtica obra de arte, muestra el compromiso de la marca con la artesanía. Sus intrincadas tallas y ricos acabados son testimonio de la dedicación de la marca a la creación de obras maestras perdurables.
La colocación estratégica de elementos arquitectónicos clásicos, como columnas y arcos, crea una sensación de continuidad. Estos elementos no sólo evocan una sensación de grandeza, sino que también sirven para delimitar diversos espacios dentro de la zona de recepción, creando un flujo intuitivo que mejora la experiencia general del huésped. La ética del diseño del Grupo Antonovich va más allá de la estética; se trata de crear un entorno que evoque emociones y deje una impresión indeleble. El interior de la recepción del hotel de lujo clásico, con su ascensor como punto focal, consigue precisamente eso. Es un espacio donde los huéspedes no sólo son bienvenidos, sino transportados a un mundo de refinada extravagancia. En conclusión, el Grupo Antonovich ha vuelto a subir el listón con su lujoso diseño interior de la recepción de un hotel clásico, con un ascensor exquisito. Con una meticulosa atención al detalle, una armoniosa paleta de colores y la dedicación a crear una experiencia envolvente, la recepción es un testimonio del compromiso de la marca con la elegancia atemporal y la opulenta grandeza. Este espacio, en el que cada rincón cuenta una historia de lujo, encapsula la esencia de la filosofía de diseño del Grupo Antonovich. Cuando los huéspedes entran en este reino de sofisticación, se ven envueltos en un ambiente que es una auténtica celebración de la vida refinada.